“En medio de la pandemia del COVID-19, Joissy, madre de 3 niños, recibió entrenamiento de la iglesia socia de Compassion para hacer manualidades. Ella cuenta con el apoyo inmediato de la iglesia, y ahora también puede generar ingresos para su familia, dándole la esperanza que necesita para construir un futuro mejor.”

EL TEMOR

El viento frío no ha dejado de correr toda la noche en la comunidad de Joissy. Las temperaturas han descendido a varios grados bajo cero al amanecer, pero el sonido del canto de las aves, y los rayos suaves del sol hacen que la mañana se sienta un poco más cálida.

 

Aún en cama, Joissy se sopla las manos varias veces, mueve las frazadas pesadas, y va a mirar a su bebé. Después de mecerlo por unos minutos, se siente agradecida porque se volvió a quedar dormido.

 

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Joissy tiene 27 años, y es madre de 3 niños hermosos. Su hijo menor sólo tiene dos meses de nacido. Como una alarma, su llanto la despierta casi todos los días a las 5 am.

 

A ella le encantaría volver a la cama. También le encantaría que su esposo esté cerca para ayudarla, pero tuvo que salir de la comunidad a buscar trabajo otra vez.

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Las cosas no han sido fáciles para ella ni su familia. Sus ingresos han sido escasos, y ha tenido varias peleas con su esposo por eso. Hay tristeza y desesperación en el ambiente.

Hay temor por el futuro, y también temor por el presente. 

Los hijos de Joissy tienen hambre, y no ha podido comprar más comida para ellos. El temor invade su mente y su corazón.

 

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LA ESPERANZA

 

Cuando Joissy escuchó del nuevo programa para niños en la iglesia de su comunidad, no lo pensó dos veces, e inscribió a Anjhelo y a Lesly de inmediato.

 

“Me alegra tanto haber puesto sus nombres en esa lista. Muchas madres tenían dudas porque tenían miedo que se lleven a sus hijos. Yo les dije que se pueden llevar los míos,” dice Joissy, sonriendo. “Sabía que eso no iba a suceder. La gente de la iglesia es de confianza, han sido amables y buenos con nosotros desde un principio.”

 

Sólo unos meses después que el programa abrió sus puertas, la pandemia empezó. Fue entonces cuando el apoyo y el cuidado del programa se sintieron más fuertes en la comunidad. La mayoría de las familias se gana la vida en la agricultura y criando animales, pero ya nada se estaba vendiendo, y sus provisiones se estaban agotando.

 

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“Ya antes nos hacía falta dinero, no era suficiente. No sabíamos lo que íbamos a hacer para dar de comer a nuestros hijos. Mi esposo no podía encontrar trabajo. Peleábamos bastante. Nos afectó económicamente y hasta emocionalmente, pero gracias a Dios, el programa estuvo ahí para darnos canastas de víveres, para animarnos, y ayudarnos a conocer a Dios,” dice Joissy.

 

El personal del programa no sólo pensó en el alivio inmediato de provisiones de alimento. Ellos pensaron también en el impacto a largo plazo. Es por eso que empezaron un taller para enseñar a las madres como Joissy a hacer manualidades. De esta manera podrían vender sus productos y tener un ingreso para sus familias.

 

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“Quería aprender algo nuevo. Ir al taller me pareció una gran idea, y dijeron que nos podría ayudar a ganar dinero así que estaba contenta y emocionada,” dice Joissy.

 

Las mamás empezaron sus reuniones una vez a la semana de 9 am a 2 pm. El programa había contratado una artesana local para enseñarles a hacer las manualidades.

 

“Era difícil al principio, es todo hecho a mano, pero poco a poco, ¡aprendí! Aún tengo mucho que aprender, pero ahora, puedo hacer chompas, chalinas, binchas, guantes, gorros. Hasta puedo hacer cosas para abrigar a mis niños. Se ve colorido, y es una gran ayuda,” dice Joissy.

 

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Ahora hace malabares con las labores del hogar, ayudar a sus hijos con sus tareas, y practicar esta nueva habilidad en casa. “Al principio, mi esposo no estaba tan seguro de todo esto. No quería que salga de la casa por el virus. Ahora se sorprende de lo mucho que he aprendido, y quiere que haga algunas cosas para él también,” dice Joissy, sonriendo.

 

La oportunidad provista por el programa, combinada con la diligencia de Joissy, ha traído muchas bendiciones a su vida, y bastante alivio emocional y mental.

 

“Aún hay mucho por aprender, y recién estamos empezando, pero algunas de las cosas que hemos hecho han sido compradas para exportar, especialmente los títeres miniatura. ¡Es emocionante! Ahora cuando mis hijos me piden que les compre fruta, lo puedo hacer con mis ganancias. También estoy comprando lana de tejer para hacer más cosas. Esto es una gran ayuda,” dice Joissy.

 

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Mientras lo peor de la pandemia va cesando, el programa de la iglesia ha empezado a ver a los niños en persona una vez a la semana. El pequeño Anjhelo no podría estar más emocionado. “Me gusta ir a la iglesia con mi mamá y mi hermana. Vamos todos los domingos. Me gusta jugar y saltar con mis amigos ahí, y nos enseñan sobre Dios y la Biblia. ¡Es divertido!” dice Anjhelo.

 

Los domingos, el Pastor Antonio y su equipo se toman el tiempo de visitar a los niños en sus casas, ven cómo están las familias y comparten una palabra de aliento con ellos.

 

“El presidente de la comunidad está agradecido por el trabajo que estamos haciendo. Hay un espíritu de amor y solidaridad en medio de las familias,” dice el Pastor Antonio.

 

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“La gente está hambrienta por Dios y están más receptivos. Estamos agradecidos por todo el apoyo de Compassion. La Palabra de Dios está haciendo su obra y está cambiando vidas.”

 

UNA NUEVA VIDA

 

Antes que el día oscurezca y se ponga más frío, Joissy busca un lugar silencioso para escribir sus pensamientos y dar gracias a la familia de Compassion en todo el mundo por haber ayudado a su familia en medio de las noches oscuras de la pandemia.

 

Mi vida es diferente. Ahora veo la vida con esperanza y optimismo. Antes decía que no tenía tiempo para la Biblia, pero ahora creo en Jesús, y disfruto leer y escuchar la Palabra de Dios. Siempre les gano a las otras mamás en buscar versos de la Biblia en nuestras reuniones.

 

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A mis hijos les encanta jugar con la pelota y ver las páginas de su Biblia. Anjhelo ha mejorado en su lectura gracias al profesor que la iglesia contrató para ayudar a los niños con sus tareas. Eran bien renegones, pero ahora son más obedientes y se portan bien. Hasta mi esposo ha cambiado. Es más cariñoso y cuida de mí.

 

Estoy tan agradecida, de todo corazón. Gracias al programa, estamos mejor y nos sentimos más protegidos. La gente de la iglesia siempre ha sido muy amable. Siento que mis hijos podrán avanzar en el futuro. No quiero que se queden en el mismo lugar que nosotros. Quiero que lleguen más lejos y sean profesionales. Yo creo que lo lograrán porque están en el programa. Ya no están solos. La gente del programa nos ayuda, nos tratan bien y son buenas personas. ¡Son una gran bendición!

 

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Cuando es tiempo de sentarnos a la mesa para comer juntos, Anjhelo se quita el sombrero y se coge de las manos con su hermana. Cierran sus ojos y oran juntos para dar gracias a Dios por la comida y por un nuevo día. Disfruto verlos orar juntos. Lo aprendieron en la iglesia. ¡Gracias por todo!

-Joissy

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  “Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderos.”

Salmo 130:5