“En la ansiedad de la pandemia, la adolescente Keyla encuentra paz gracias a los esfuerzos del personal de su proyecto.”

 Manejar la salud mental durante la pandemia del Covid-19 es tan importante como practicar el lavado de manos y el distanciamiento social. Es un reto que los proyectos de Compassion están enfrentando con sensibilidad y pericia.

 

En el distrito más grande de Lima, San Juan de Lurigancho, la constante ola de noticias negativas estaba aumentando los sentimientos de ansiedad, preocupación y frustración en los  niños.

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“A  medida que pasaban las semanas, la situación se hacía más alarmante, y en realidad no sabíamos cómo ayudar a los niños”, cuenta la tutora Noemí Aroni, quien ha colaborado en un proyecto por 17 años.

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Ahora Noemí supervisa a 50 jóvenes en el programa. Una de ellas es Keyla, de 17 años. “Había tiempos en la que estaba muy asustada por el virus, tanto que llegué a sentir que estaba teniendo los síntomas” cuenta Keyla, quien se unió al programa a los cuatro años.

  

“Pensé que esto iba a pasar en dos semanas máximo, pero se puso peor. No poder salir ni ver a mis amigos me hizo sentir triste y ansiosa”.

 

Afortunadamente, Noemi y su equipo han sido entrenados y están preparados para apoyar en salud mental a niños y jóvenes vulnerables como Keyla. Lo primero que se hizo fue seguir compartiendo devocionales y servicios de la iglesia en línea, usando la tecnología para que  los niños sepan que no están solos en esta crisis.

  

Giovanna Martinez, facilitadora de la zona, comparte: “Hay tanta necesidad y temor que la gente ha comenzado a buscar más del Señor. Hemos reunido a 80 líderes, incluyendo pastores, directores y tutores. Queremos que ellos estén llenos de consuelo, esperanza y ánimo, para que lo puedan pasar a las personas a las que sirven”.   

 

Estos esfuerzos fueron un rayo de esperanza para Keyla. “Entrar en línea y escuchar el mensaje de los pastores ha sido muy útil e inspirador. Hasta tenemos reuniones de jóvenes en línea los sábados, es como estar con mis amigos”, añade con una sonrisa.

 

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“Hablo con mi tutora por teléfono con frecuencia, y siento que ella realmente me escucha”, dice Keyla. “Siempre me está alentando y compartiendo pasajes de la Biblia conmigo. Oramos juntas y ya no me siento ansiosa”.

  

Compassion ha contratado psicólogos para cuidar de las necesidades emocionales de los niños y del personal voluntario de las iglesias. Se reúnen dos veces al mes para hacer entrenamientos y talleres.

 

“La crisis también nos ha afectado, pero asistir a estas reuniones por Zoom han sido muy consolador y nos ha dado las herramientas que necesitamos para ayudar a nuestros niños y sus familias. Me siento más fuerte emocionalmente y más preparada para hacerlo” dice Noemí.

 

El personal confía en que la situación mejorará pronto y sabe que esto es posible gracias a los patrocinadores y donantes de Compassion.

 

“Nuestros padrinos son como ángeles que Dios nos ha enviado para bendecirnos” dice Keyla “y también estoy agradecida a las personas del proyecto, ellos son de una gran ayuda para todos nosotros. Me siento más en paz ahora porque Dios está en control".

 

 

 

“La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, mas la buena palabra lo alegra.”

Proverbios 12:25