A las 6:30 am en el pueblo de Chulucanas, en medio de la cuarentena por el COVID-19, todo es tranquilidad. Sólo se escucha el ladrido de algunos perros y el canto de algún gallo, y luego el silencio, excepto en la casa de Yareli, una patrocinada de Compassion. La pequeña, de sólo seis años, ya está en pie y despertando a su mamá, pidiendo su desayuno y más que lista para comenzar con sus dos actividades favoritas: dibujar y cantar.

Pero antes de eso, Yareli y su hermanita Xiomi toman su desayuno con sus padres, y tal como aprendiera en el proyecto, Yareli junta sus manitas y ora. Con suerte, hoy podrá tener su almuerzo favorito de arroz y huevo frito con una taza de té.

Cinthia, la madre de las niñas, solía limpiar un hostal y su esposo trabajaba en construcción, pero desde que se estableció la cuarentena no han podido trabajar. Pero el proyecto de Compassion ha estado pendiente de todos los niños y sus familias para proveerles comida. Esto ha fortalecido la fe de la familia. “Dios no nos ha abandonado, y siempre nos provee. Estamos agradecidos” dice Cinthia. Cada sábado toman un tiempo para orar, leer la Biblia juntos y cantar.

Yareli espera que la cuarentena acabe pronto para poder ir al proyecto, y “cantar, y alabar a Dios y dibujar más y más”. Su canción favorita es “Así eres tú” de Leeland, que aprendió en el programa. Aunque disfruta de cuidar a su perrito, y de jugar con su hermana, hay días en los que Yareli dibuja y canta sin parar. “Es muy hermoso escuchar cantar a mi hija especialmente porque es alabanza a nuestro Señor”, dice Cinthia.

Todos sus años como parte del proyecto de Compassion, le han dado a la familia un cimiento firme donde pararse durante la crisis del COVID-19. “Estoy agradecida por los hermanos del proyecto de Compassion- dice Cinthia- nos han animado y ayudado a seguir positivos y tener siempre fe en Dios”. Eso, y una pequeñita llamada Yareli que seguramente está cantando contenta en algún lugar de Chulucanas.